7/12/2006

Manos blancas

Manos blancas. Manos blancas, alzadas. Manos blancas revistiendo la hermosa plaza de San Pablo. Lo recuerdo como si fuera ayer. Quizá porque fuese ayer mismo. Hace ya casi nueve años, y pervive en mi memoria reciente. Es un ayer, que resiste al arañazo del tiempo. Es un hoy, porque nunca terminó, nunca, ni siquiera en los relojes podridos de los pusilánimes supervivientes de este país. Supervivientes a este hambriento país. Depredado. Y manchados todos en su tiempo.

Era un extraño atardecer, por ser verano, atardecer soleado, brillante, sofocante, como suelen ser los atardeceres de julio en esta ciudad. Los miles de personas que allí nos agolpábamos prescindíamos súbitamente de nuestra propia fatiga para silenciar el denso calor que rebrotaba por doquier. Para silenciar. Por completo enmudecidos. Sólo ahora, puede volver a resonar uno de aquellos lemas: Vascos sí, ETA no. En cada resquicio, sobre cada baldosa resquebrajada, junto a cada piedra. Lo añoro cada vez que paseo por la misma plaza, cuya iglesia se encuentra ahora siendo restaurada. Cuyo Palacio de Pimentel, que iluminó el momento histórico más importante de esta ciudad: el alumbramiento de Felipe II, está inmóvil. Hoy permanece mudo. Hoy permanecemos mudos todos. Los que nacimos en Valladolid, hace mucho tiempo, y en un viviendo vasco. Tuve la suerte de vivir siempre cerca de la Concha. Vivir allí en mi prehistoria. Mi casa, situada en esta vieja ciudad castellana, siempre conservó una aroma donostiarra. Un vivir extraño. Aquí y allí, a la vez. Siempre muerto. Siempre inútil. Pero valioso, aunque fuera para los restos de conciencia que logramos sobrellevar. Que no hemos olvidado. Que no hemos extraviado en estos días últimos. Yo era pequeña, una niña. Mi padre me animó a gritar, y unirme al resto de gritos. En silencio, también. Éramos muchos, y apenas alcanzaba a ver por encima de las rodillas de la gente. Mis manos se perdían a la altura del cuello de los mayores. Pero eso no importaba. Todos sabíamos cuál era el color de nuestras manos.

Miguel Ángel Blanco sigue viviendo en nuestra memoria, sigue viviendo en nuestros sentidos, sigue alentando nuestras lágrimas. La de unos supervivientes –porque una parte nuestra murió con él, y en el muriendo seguimos vivos—, que sabemos bien qué hacer ante el terrorismo, ante el nacionalismo excluyente, ante el totalitarismo de metralleta, capucha y sillón. Sabemos quiénes son los cobardes. Y seguiremos clamando Libertad. Sea pues, desde estas líneas, las que nunca escribí, por no estar capacitada para revocar la fuerza interna que requieren, mi humilde recuerdo en memoria de un hombre que cruzó nuestras vidas al pulso de nuestras manos blancas. Casi nueve nublados años más tarde. Sea hoy, en estas líneas, mi humilde reclamo de Libertad. Y aunque el lápiz tizne mi nudillo de mina estudiantil, mostrando el paso del tiempo, nuestra evidente caducidad, deseo que se sepa que lo inevitable es reconocer hoy que nuestras manos siempre estarán blancas. Alzadas en silencio. Soportando este tiempo en exceso suministrado. Ahora, en mi escritorio, con ese desgarro de Zombie en su O´Riordan, evoco esa plaza atisbada de miradas frías, de lágrimas, sujetando manos blancas al aire, junto a la fachada de San Pablo. Manos blancas, hoy, también. Frente a la barbarie. Vascos sí, ETA no. Y basta ya.


***
La niña creció. Escribo este recuerdo, fin de enero de 2006, y no puedo sino derramar una lágrima, dos, y tres, mientras me doy cuenta de que todo está perdido. Todo. Todos. Es necesario escribirlo. Debemos hacerlo. Ne quid nimis. Y debemos volver a gritar, en silencio siempre: ¡basta ya!

***

Hasta hoy, doce de julio de 2006.

4 comentarios:

VICTRIX dijo...

Si me lo permite, también le comentaré mis recuerdos sobre aquellos días, como ya hice en otro blog. Yo tenía poco más de 12 años y estaba de vacaciones con mi familia, como solía ser habitual en la primera quincena de Julio. Como puede comprender, con tan temprana edad yo apenas podía comprender prácticamente nada de lo que sucedía en la vida política española, algo que, a decir, verdad, añoro bastante en algunos momentos en estos tiempos que corren. Recuerdo que en aquellos momentos íbamos de camino en el coche escuchando la tan esperada noticia de la liberación de Ortega Lara, motivo de alegría evidente pero a la vez de pena al percatarme de que en mi país se secuestraba gente. A lo pocos días a todos nos llegaba la noticia del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. Mi desconocimiento de tema políticos me hacía si cabe más inexplicable la noticia, vista desde la perspectiva de un niño que no comprendía qué actitud tan cobarde y miserable era la que podía llevar a unos terroristas a secuestrar y asesinar a un inocente. Todavía me recuerdo viendo las imágenes en una destartalada televisión de apartamento colocada encima de una silla; Y la cara desencajada de mis padres hablando de temas que yo ni entendía ni quería entender. Allí mismo, en la playa, la gente que estaba disfrutando de sus vacaciones se olvidó de las mismas y se manifestó en silencio, como en muchos otros lugares de España.

Ahora han pasado 9 años y veo a los asesinos riéndose en el banquillo de acusados, a un presidente que tiene la poca vergüenza de dialogar con esos terroristas, a una sociedad que prefiere no ver lo que pasa y a gran parte de los medios de comunicación que nos quieren hacer entender que todo es normal y que quien se oponga al proceso es porque no quiere la paz. Y me preocupa la clase de país que les pueda dejar a mis hijos, si es que algún día los tengo. Porque visto lo que han hecho en dos años no me quiero imaginar lo que pueden hacer en otros dos, o en otros seis si es que tenemos la desgracia de volver a padecer a este señor otra legislatura. Al menos la genética nos ha respetado y no me levantaré un día y leeré en el periódico el caso que se acaba de dar en Polonia: Que un hermano sea presidente del gobierno y su gemelo el jefe del estado. Manos blancas, silencio: todo eso está muy bien y es necesario para concienciar a la gente. ¿Pero de qué sirve si luego la gente les da su voto? Es como quejarte porque te quema el sol y no abrir la sombrilla. Hasta que no despierte la parte del país que está dormida o que no quiere despertar será muy difícil poner fin a esto. Después de muchos años dándole vueltas al tema he deducido que el problema de España es única y exclusivamente la mentalidad de la gente y su incultura política combinada con un excesivo egoísmo traducido en la anteposición de lo regional a lo nacional.

Por eso quiero añadir que no conocía a ningún vallisoletano(a) pero he de reconocer que me alegra comprobar con mis propios ojos que con tu persona basta y sobra para desbaratar la absurda teoría sobre la maldad inherente que acompaña a la gente de tan árida tierra y que es comentada desde las tierras burgalesas del Cid hasta Salamanca y desde León hasta Segovia. Hasta que no luchemos todos en la misma dirección e intentemos construir un país serio, decente y unido, los españoles nunca podremos acabar con los males que padecemos y que, a mi modo de ver, arrastramos desde hace muchos siglos.

Saludos cordiales. O, si usted me lo permite, cordiales saludos castellanos.

¡Nunca se debe desfallecer en la lucha por la Libertad!

Eduardo Zugasti dijo...

Pero pasó la algarabía democrática, de esos días, del "No nos mires, únete", y llegó Lizarra, y lo de ahora, que es peor.

Yo pensaba que lo del "espíritu de Ermua" iba a iniciar una revolución ciudadana contra el nacionalismo opresor, pero me equivoqué.

Sólo ellos están auténticamente movilizados y detentan el poder del discurso legítimo. El resto de la "sociedad civil" está llena de complejos, atontada, adormecida por líderes que no desean perder su porción en los pastos públicos. Y el jefe del estado...

Y cada vez quedamos menos, locuelos, que no tenemos en realidad nada que perder, salvo la vida como mucho.

Joder, Marta, qué bien escribes. A mí no me sale nunca así.

Anónimo dijo...

Shalom amigos.
Soy Daniel de Herut. Otra vez estos hijos de puta hijos de Alá me han pirateado el blog, esta vez tenía contraseña y nombre de alta seguridad. Me costará más arrancar por tercera vez pero ya os informaré de mi nueva dirección. Mi correo electrónico también está anulado. ¿Alguien me puede decir porqué sólo mi blog?.
Un abrazo a todos.

Anónimo dijo...

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