«Antaño, cuando yo era joven, sentí lo mismo que otros muchos sienten. Tenía la idea de dedicarme a la política tan pronto como fuera dueño de mis actos… Por tratarse de una época turbulenta, ocurrían muchas cosas indignantes… Al observar yo estas cosas y ver a los hombres que llevaban la política, así como las leyes y las costumbres, cuanto más atentamente lo estudiaba y más iba avanzando en edad, tanto más díficil me parecía administrar bien los asuntos públicos…Tanto la letra de las leyes como las costumbres se iban corrompiendo hasta tal punto que yo, que al principio estaba lleno de un gran entusiasmo para trabajar en actividades públicas, al dirigir la mirada hacia la situación y ver que todo iba a la deriva por todas partes, acabé por marearme… Entonces me sentí obligado a reconocer, en alabanza de la filosofía verdadera, que sólo a partir de ella es posible distinguir lo que es justo, tanto en el terreno de la vida pública como en el de la privada.»
Platón, Carta VII
(Con este fragmento abre Gabriel Albiac su libro Desde la incertidumbre.
Es tiempo de releerlo.)
Ilustración: La libertad guiando al pueblo, Delacroix
3 comentarios:
Como dice Celan en uno de sus maravillosos poemas, "Es ist Zeit", efectivamente, ya es tiempo. Y aprovechemos también para releer, sino todas las Cartas, al menos sí la Carta VII al completo. Para darnos cuenta al menos de que eso de renunciar a la política "in recto" no supone huir al "jardin" (o al huerto), "procul negotiis", o al calor de la autosatisfecha utopía, al contrario, implica, en el trascurso filosófico, la mayor de las implicaciones políticas.
Un abrazo.
i m p l i c a c i ó n
r e s i s t e n c i a
a b b r r a z i i n g
n a c o
Pues yo nunca sentí nada de todo eso, Marta. Quizá era inseguridad, cobardía o una conciencia demasiado prematura del mundo y de los humanos. ¿Marearme?, a estas alturas ya no. Por suerte todavía conservo algo de la capacidad de indignarme, pero cada vez menos.
Saludos.
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