3/12/2007

«Conspiración de silencio»

De nuevo, Gabriel Albiac.
Asidua columna en La Razón,
12 de febrero de 2007



"Que un grupo de confidentes policiales asesine a 192 personas, deje cientos de heridos y mutilados, cause un destrozo material de dimensión apocalíptica y un derrumbe político y moral que aún no ha tocado fondo, es difícil de entender. Que, de entre esa homogénea partida de confidentes musulmanes, todos los ejecutores directos resultasen muertos en el oscuro asalto de Leganés, es menos que poco verosímil aun para la más tosca novela de espías. Que, al frente de la misma unidad central operativa de la Guardia Civil que hizo ojos ciegos al tráfico dinamitero entre Madrid y Asturias, estuviera un sujeto imputado como recadero del dinero más pútrido de Rafael Vera, es sencillamente una vergüenza imperdonable para quienes gobernaban: los hombres de un PP más empeñado en eludir la venganza de los corruptos fontaneros que en Interior dejara el PSOE como envenenada herencia, que en cumplir los compromisos de un programa electoral que había hecho estandarte de la lucha contra la corrupción y el terror de Estado. Que nunca -nunca- hayamos llegado a saber -que estemos convencidos de que jamás sabremos- algo tan elemental, tan previo a todo, como cuál fue el explosivo que hizo añicos la Constitución española aquel 11 de marzo de 2004, no puede caber en cabeza medianamente adaptada a una condición ciudadana que no esté por completo enferma. Que nada en el sumario, al cabo de tres años de investigación, encaje con nada, da -debería dar, al menos- mucho más miedo que el atentado mismo...

Ya sea incompetencia, ya complicidad, ya algo sin comparación más peligroso, algo a lo cual escalofría llamar siquiera por su nombre, los términos de bien tejida niebla, sobre los cuales va a abrirse esta semana la vista ante la Audiencia Nacional, no pueden sino movernos a una constancia desoladora: la de ser juguetes indefensos, en manos de gentes de las cuales ni siquiera tenemos claro si son monstruos o imbéciles. En grado infinito. Nada hay peor para la libertad que eso: la durísima constancia de que ni ley ni sentido común rigen a partir de un cierto nivel en la jerarquía del Estado.

Media docena de pobres diablos -asesinos tal vez, o tal vez cómplices, pero pobres, ínfimos diablos en esta descomunal historia- va a cargar con la plúmbea lápida bajo la cual aplastar cualquier memoria de lo sucedido: islamistas de medio pelo, con un pie en la delación a sueldo y el otro en el trapicheo de barrio, coleguis dinamiteros bien vistos en comisaría... Ni una sola pieza importante; ni un cerebro, ni un dirigente, ni un enlace. Sospeché, desde el primer día, que no conoceríamos lo sucedido. Tras la, aún inexplicada, violación de la tumba del GEO muerto y tras la reducción de su cadáver a ceniza, la sospecha tuvo, para mí, tintes de certeza. Hoy, tres años después, y ante el inicio de algo con más de farsa teatral para sedar audiencias que de intervención judicial rigurosa, sé que jamás sabremos nada. Demasiados intereses están en juego. Y demasiado altos. Nadie en política -digo nadie- quiere siquiera oír hablar de que la verdad se sepa. Porque ningún Estado sobreviviría a una verdad de ese calibre."

6 comentarios:

Nicholas Van Orton dijo...

Bien cierto es. Te hago una comparación: el caso de los GAL todos sabíamos quien era el Sr.X. Sin embargo, tanto el PP, como los jueces y otras instancias, optaron por echar tierra encima para evitar que el Pte. del Gobierno y de uno de los dos grandes partidos terminase ante los tribunales y condenado. Hasta el Rey hizo sus gestiones para que Aznar parase la máquina a tiempo. Si en el asunto del GAL, que muchos españoles aprobaban, se actuó así, ¿qué no pasaría con algo tan turbio como el 11-M?
Triste, muy triste; pero...
Saludos

Albiac dijo...

Es el mejor comentarista político de España con mucho.
Sobre el tema, agacho la cabeza y asiento, nunca sabremos la verdad. Si la consecuencia son sólo cuatro años quizá haya arreglo; quién sabe si han de pasar ocho o más...

gilgamesh dijo...

Ya dije en otro blog que esto lo veremos dentro de unos años, en series de "enigmas historicos sin resolver" con temas como el asesinato de Kennedy, o el suicidio de Marilyn...
Pero en el fondo tengo la esperanza de que gran parte de la verdad terminaremos conociendola, en un plazo más o menos breve y el resto lo intuiremos. Me baso en la extendida incompetencia de los servicios secretos españoles y lo chapuzeros que son. Veremos
un saludo

El Espantapájaros dijo...

Es un artículo muy bueno, pero rebosa tristeza y algo de resignación furiosa. Sobre todo, me quedo con la más dura afirmación: desde un principio se supo que nunca se sabría (valga la redundancia) la verdad y que, de intuirse ésta, sería tapada (como de hecho está pasando). La comparación de Van Orton es perfecta. Al menos, esta vez, los españoles ya conocemos lo que hay.

Un saludo

Ninguno dijo...

La comparación es oportuna y acertada, Orton, pero somos muchos -más de los que se piensa- los que no habíamos nacido siquiera cuando todo aquello ocurría, o simplemente dedicábamos nuestro tiempo a dormir y biberonear. Aunque es cierto que a algunos nos interesa y sabemos de ello por haberlo leído o escuchado, hay mucha gente -demasiada- que no tiene el más mínimo interés en informarse o en cerciorarse de lo que le cuenten, y no deja de perder detalles al ser más prehistoria que experiencia vivida. Así, la gente que directamente olvida. Haría bien el PP -aunque no sé si le corresponde en su labor de partido- recordando hechos ya ocurridos, y no esperando a que sean ciertas editoriales adoctrinadoras las que lo remuevan. Sigo pensando en que su mayor defecto es que no hablan alto y claro. O con tanto ruido no se les oye adecuadamente.

Albiac, no sé por qué advertía tu admiración por dicho columnista. Me sumo. Sin duda, es el mejor del momento. Y aunque sean cuatro años, hay cosas irreversibles que están cambiando, no se puede volver atrás ni se podrán volver a convocar las elecciones del 14M. Lo que está dicho, está dicho. Pero...

Gilgamesh, yo no tengo ninguna esperanza. Lo que dice don Gabriel acerca de la supervivencia del Estado tiene más de certeza que de sospecha. Y no sé si la consideración de "Enigma" es acertada en estas proporciones, pero quién sabe si dentro de un par de siglos un intrépido historiador se digna a escarbar en sumarios ilegibles y personajes imposibles. Nosotros estaremos plantando margaritas.

Un placer vuestras aportaciones. Gilgamesh, siéntase también en su casa.

Un saludo.

Ninguno dijo...

Y sí, Espantapájaros, rebosa tristeza y resignación. Como el tema en cuestión. Pero yo, al menos, al principio sí que imaginé que todo se sabría. He ido perdiendo la esperanza a medida que se complicaba todo. Hasta el punto de encontrarme perdida, y casi sin ganas de querer saber nada. Pesadumbre, quizá. Esta vez, y conociendo lo que hay, da miedo saber.