“Para pensar bien hace falta un estilo intelectual. [...] Para pensar es preciso utilizar los instrumentos adecuados, y el instrumento del que quiero hablarte es, posiblemente, el más humilde de todos, un instrumento que interviene de manera tan discreta en casi todas las teorías y argumentos que alguna gente ni se percata de su existencia. No obstante, se utiliza; y no sólo eso: si no se utiliza, es sencillamente imposible hacer ciencia. En mi opinión, sin él no se puede ni pensar en un problema, científico o de otro tipo, de manera que tenga verdadero sentido. [...] El instrumento tiene un nombre en latín, lo cual lo hace respetable y misterioso, ceteris paribus, y una traducción que resulta engañosa por ser tan simple: si todo lo demás es igual.
Para muchas personas, dedicarse a la ciencia consiste en descubrir «lo que verdaderamente ocurre», sin prejuicios ni sabiduría revelada. Se considera a los científicos como personas que describen las cosas tal como son de verdad. Por eso da la impresión de que las teorías científicas deberían ser siempre «reales como la vida misma». Esto resulta muy halagador para los científicos, pero es una completa tontería. Las teorías científicas sólo son «reales como la vida misma» en el sentido de que el único tribunal que juzga lo que es cierto y lo que es falso es la evidencia. Un embarazoso dato sin explicar tiene más peso que una teoría elegante y satisfactoria, y por eso resultan a veces tan frustrantes las actividades científicas. En otro sentido, las ideas científicas no son ni pueden ser, ni deben ser «reales como la vida misma». [...] Por el contrario, conviene concentrarse en ciertos aspectos que se puedan describir en términos de generalizaciones abstractas, suponiendo, en aras de la sencillez, que todos los demás aspectos están «neutralizados», es decir, que son «iguales». Y aquí es donde alguna gente se sentirá confusa, y te dirá que todas las demás cosas no son iguales, sino que varían de una situación a otra. ¿Cómo has podido optar por no considerar lo que realmente sucede, con toda su riqueza y complejidad?
Sea cual fuere el fenómeno que quieres explicar, tienes que recordar que todas las teorías sólidas se basan en esa decisión de considerar que todos los demás aspectos son iguales. Sin ella, no se pueden describir ni los fenómenos más simples. De hecho, disponemos de abundantes ejemplos en nuestro ambiente cotidiano. Permíteme poner un sencillo ejemplo, que no tiene que ver con la ciencia avanzada. Cuanto te gradúan la vista, se suele medir tu agudeza visual pidiéndote que identifiques las letras que aparecen en una pantalla, a unos tres metros de distancia. Se trata de letras mayúsculas aisladas, proyectadas sobre una pantalla brillante; el resto de la habitación está en penumbra, para realzar la pantalla. Los oculistas parecen darse por satisfechos con esta sencilla prueba, que les basta para medir tu agudeza visual y recetarte gafas. Si no conoces o no comprendes el principio de ceteris paribus, puedes poner objeciones a tanta seguridad por su parte, alegando que la prueba «no tiene en cuenta» los contextos naturales de la visión normal. Lo que leemos normalmente son palabras y frases con sentido, no letras mayúsculas aisladas; casi nunca leemos en una pantalla brillante dentro de una sala oscura; y en la mayoría de los casos, los objetos poseen colores y texturas y relaciones de contigüidad con otros objetos. Así pues, lo que el oculista midió no puede ser tu «auténtica» agudeza visual.
[...] Las personas que lo comprenden y las que no lo comprenden tienen dos maneras distintas de pensar y pertenecen a dos culturas diferentes. Es algo similar a lo que pretendía decir el escritor ruso Alexander Zinoviev cuando hablaba de los «dos principios» que rigen la actividad intelectual: «El principio científico produce abstracciones; el principio anticientífico las destruye alegando que no se ha tenido en cuenta tal y cual cosa. El principio científico establece conceptos estrictos; el principio anticientífico los hace ambiguos con el pretexto de revelar así su auténtica variedad.»
Pero, al fin y al cabo, ¿por qué tendríamos que aceptar este programa intelectual? La principal razón para pensar de este modo, aislando diferentes factores e idealizándolos fuera de la realidad, es que sólo así se puede hacer ciencia, y la ciencia ha tenido hasta ahora mucho más éxito que cualquier otra empresa intelectual. Ha explicado más que cualquier otra manera de contemplar el mundo. Así pues, es simplemente mejor... si todo lo demás es igual, por supuesto.”
PASCAL BOYER
Esbozos de un artículo publicado en
1 comentario:
Muy bueno
Ultimamente estás sembrada
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